Güei reproducimos equí la columna qu'escribió Béznar Arias en la edición avilesina de La Nueva España, nella espón les sos impresiones del conciertu de Milladoiro del pasáu vienres. Nun les comparto al 100% pero alcuéntroles bien interesantes:
El pasado viernes se celebró un concierto de magnitud en el auditorio de la Casa de Cultura de Avilés, dentro del ciclo Avilés Arte Sonoro. Los protagonistas eran la banda gallega «Milladoiro», una leyenda del folk gallego, nacional e internacional. Nada menos que 28 años después de estar en Avilés, en la programación del Día de Asturias. Los que allí estuvieron parece que se lo pasaron muy bien, a juzgar por los interminables aplausos canción tras canción. Y los que les vimos desde su llegada hasta su marcha podemos dar fe de que estuvieron a gusto en el concierto y disfrutaron de su estancia en Avilés. El auditorio registró una entrada discutible -medio aforo-, que para un novel grupo estaría más que bien, pero no así para una banda del nivel internacional que tiene «Milladoiro».
El que suscribe no suele a posteriori de los conciertos analizar el porqué de la mucha o poca afluencia, entre otras cosas porque lleva por bandera el respeto total a aquello de la «soberanía popular» a la hora de ir o no a un concierto. El que nos ocupa tiene otro justificable, otro análisis profundo que creo merece la pena desarrollar aquí. Bien es verdad que estas cosas no me cogen por sorpresa, lo reconozco, porque ya he vivido, y en algunos casos -conciertos de Kathryn Tickell, Tejedor, Phil Cunningham & Aly Bain...- sufrido la indolencia de un público enormemente entendido, que dispara con toda su energía en los chigres, pero que no acude como debiera a los conciertos; bien porque su economía no se lo permite, o porque tiene miedo a que yo me haga más rico aún de lo que soy. Pero con gran sapiencia folkera estos elementos analizan, y dan lecciones casi metodológicas de éste u otro grupo, músico, festival, etcétera, etcétera...
En nuestra ciudad todos sabemos del arraigo tremendo que tiene la música folk; no es necesario que yo recuerde aquí las citas musicales que año tras año desbordan de concurrencia las calles de Avilés. Todo un peregrinar de músicos venidos de los llamados países celtas, hoteles a rebosar, críticos musicales entendidos en la materia, managers con enormes agendas de importantes artistas, músicos asturianos de primerísimo orden mundial y prestigio y, cómo no, las decenas y decenas de amantes, patriotas y defensores a ultranza de lo denominado como «... lo nuestro»; bla, bla, bla... Pues miren ustedes, justo cuando aterriza en Avilés una banda de la categoría internacional de «Milladoiro», todo lo anterior se queda en «ná». Uno se pregunta dónde están todos esos entendidos de barra fija... «llámese chigre», esos críticos especializados que saben más que nadie, esos músicos de primera... esos defensores a ultranza de «lo nuestro». Pues eso, «ná de ná».
Quizás ese boom folkero, que a mi entender es más bien un bluf dependiente por castigo de la subvención, hace años para bien y ahora para mal, ha estado alimentado por suerte para ellos por la prensa en general, de una manera un tanto sorpresiva... yo diría que desmesurada. Estoy seguro de que con el tiempo serán muchos los que confiesen... «yo sí estuve en ese concierto de "Milladoiro"...». Pues sí, claro, aunque eso me haga recordar aquel concierto de 1999 en el Don Floro de unos desconocidos «Amaral», del que sólo logré vender 37 entradas, y ahora, con el paso del tiempo, sean más de 500 los que presumen en voz alta de haber estado allí.
En fin, cosines de Avilés que merez la pena contar.
El pasado viernes se celebró un concierto de magnitud en el auditorio de la Casa de Cultura de Avilés, dentro del ciclo Avilés Arte Sonoro. Los protagonistas eran la banda gallega «Milladoiro», una leyenda del folk gallego, nacional e internacional. Nada menos que 28 años después de estar en Avilés, en la programación del Día de Asturias. Los que allí estuvieron parece que se lo pasaron muy bien, a juzgar por los interminables aplausos canción tras canción. Y los que les vimos desde su llegada hasta su marcha podemos dar fe de que estuvieron a gusto en el concierto y disfrutaron de su estancia en Avilés. El auditorio registró una entrada discutible -medio aforo-, que para un novel grupo estaría más que bien, pero no así para una banda del nivel internacional que tiene «Milladoiro».
El que suscribe no suele a posteriori de los conciertos analizar el porqué de la mucha o poca afluencia, entre otras cosas porque lleva por bandera el respeto total a aquello de la «soberanía popular» a la hora de ir o no a un concierto. El que nos ocupa tiene otro justificable, otro análisis profundo que creo merece la pena desarrollar aquí. Bien es verdad que estas cosas no me cogen por sorpresa, lo reconozco, porque ya he vivido, y en algunos casos -conciertos de Kathryn Tickell, Tejedor, Phil Cunningham & Aly Bain...- sufrido la indolencia de un público enormemente entendido, que dispara con toda su energía en los chigres, pero que no acude como debiera a los conciertos; bien porque su economía no se lo permite, o porque tiene miedo a que yo me haga más rico aún de lo que soy. Pero con gran sapiencia folkera estos elementos analizan, y dan lecciones casi metodológicas de éste u otro grupo, músico, festival, etcétera, etcétera...
En nuestra ciudad todos sabemos del arraigo tremendo que tiene la música folk; no es necesario que yo recuerde aquí las citas musicales que año tras año desbordan de concurrencia las calles de Avilés. Todo un peregrinar de músicos venidos de los llamados países celtas, hoteles a rebosar, críticos musicales entendidos en la materia, managers con enormes agendas de importantes artistas, músicos asturianos de primerísimo orden mundial y prestigio y, cómo no, las decenas y decenas de amantes, patriotas y defensores a ultranza de lo denominado como «... lo nuestro»; bla, bla, bla... Pues miren ustedes, justo cuando aterriza en Avilés una banda de la categoría internacional de «Milladoiro», todo lo anterior se queda en «ná». Uno se pregunta dónde están todos esos entendidos de barra fija... «llámese chigre», esos críticos especializados que saben más que nadie, esos músicos de primera... esos defensores a ultranza de «lo nuestro». Pues eso, «ná de ná».
Quizás ese boom folkero, que a mi entender es más bien un bluf dependiente por castigo de la subvención, hace años para bien y ahora para mal, ha estado alimentado por suerte para ellos por la prensa en general, de una manera un tanto sorpresiva... yo diría que desmesurada. Estoy seguro de que con el tiempo serán muchos los que confiesen... «yo sí estuve en ese concierto de "Milladoiro"...». Pues sí, claro, aunque eso me haga recordar aquel concierto de 1999 en el Don Floro de unos desconocidos «Amaral», del que sólo logré vender 37 entradas, y ahora, con el paso del tiempo, sean más de 500 los que presumen en voz alta de haber estado allí.
En fin, cosines de Avilés que merez la pena contar.
Gracies a Béznar por dame'l preste pa reproduciles en Másquegaites.
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